TÚNEZ – PANTELLERÍA – MALTA – SICILIA – CERDEÑA
A la vuelta de nuestro crucero por el Mar Jónico en el 2012 y navegando por el sur de Sicilia nos dimos cuenta de la cercanía de las costas tunecinas, así como de la isla de Malta. Decidimos que en el futuro intentaríamos conocerlas. Podríamos hacer una aproximación a Malta por el sur, visitando un país tan interesante como Túnez, siendo la primera ocasión en que el Jíbaro tocaría la costa africana. El crucero del verano de 2014 ha sido nuestra oportunidad.
Zarpamos desde el club el sábado 26 Julio temprano por la mañana, con destino directo a Carloforte, en la Isola di San Pietro, Cerdeña. Puerto de acogida en muchas ocasiones. La tripulación a bordo era la de los viejos marineros, José Luis Almazán, Vicente Reig y el armador José Manuel Momparler.
La travesía fue tranquila, con poca ola y viento lo que nos permitió disfrutar de comidas en la bañera, tertulias, chamelo, pesca de la que pudimos comer durante varios días, preciosos amaneceres y puestas de sol, navegación a vela… Después de 370 millas y 52 horas de travesía, llegamos a Carloforte el 28 a media mañana.
Cerca de la bocana nos esperaba un marinero en una “gommoni” que nos ofreció atraque en Marinatur, que gestiona dos bases dentro del puerto.
Julio 29. Salida a las 9 hrs. con buen tiempo y viento del norte hacia Túnez. La travesía comenzó tan cómoda que incluso nos hizo pensar en la posibilidad de izar el genaker.
Coincidiendo con la hora de la comida entró un viento de NW acompañado de ola que a lo largo de la tarde y la noche fueron aumentado de fuerza e intensidad llegando en algunos momentos a fuerza 7(olas de tres metros y rachas de más de 30 nudos). Con sólo el génova rizado alcanzamos puntas de 10 nudos. Las guardias nocturnas fueron muy incómodas . En ocasiones coincidían hasta 5 ó 6 barcos en el radar, cruzándonos algunos la proa y visualizando claramente sus luces de posición. Por otro lado, el piloto automático se desconectaba debido al impacto de la ola. Estas circunstancias contribuyeron a que las guardias fueran especialmente largas y duras.
Julio 30. El amanecer coincidió con la llegada a las costas tunecinas, pudiendo distinguir perfectamente la bocana del puerto de Bizerta y la cantidad de luces que dificultaban el acceso en noche cerrada.
Seguimos navegando hacia el sur hasta llegar al puerto de Sidi-Bou-Said. Nos habían insistido en que debíamos visitarlo. Nuestra decepción fue muy grande cuando nos comunicaron por radio que se encontraba colapsado y sin ninguna posibilidad de atraque.
Nuestra experiencia en Túnez puede que no coincida con la de personas que viajen al país en avión y se alojen en un “resort” de Hamamet. Se asombrarán de nuestras conclusiones sobre las condiciones para la náutica de recreo en este país, pero son muy distintas las necesidades de un barco de las de un turista de tierra.
En la zona norte del país hay solo dos puertos deportivos, el de Bizerta, en fase de construcción y el de Sidi Bou Said, pequeño y lleno, con solo 10 /15 plazas para visitantes, insuficientes en temporada alta para los barcos que pretenden atracar allí. Es muy desalentador llegar al puerto después de una larga travesía y que te avisen ya en la bocana de que no hay sitio.
Nos recomendaron dirigirnos a la Goulette, 6 millas al sur donde está el puerto comercial de Túnez y un pequeño puerto pesquero-militar en el que la única opción para poder pasar la noche fue abarloarnos a una motora de 55 pies de chárter con dos marineros locales muy amables.
Una vez resuelto el atraque sufrimos un verdadero calvario de casi 5 horas para conseguir que nos visaran los pasaportes y nos cobraran la estancia, previo pago de cantidades “complementarias” para agilizar la gestión. En honor a la verdad hay que decir que un agente de la guardia costera se apiadó de nosotros cuando vio que no teníamos dinares tunecinos para pagar las fotocopias que nos pedían; se hizo cargo de ellas y no quiso cobrarlas cuando por fin dispusimos de la moneda local.
Por la tarde nos acercamos a conocer Túnez capital, cambiar dinero, conectarnos a wifi, etc., para recoger después en el aeropuerto a nuestras respectivas capitanas, Lola, Mabi y Pitu, que aterrizaron puntualmente a las 8.45 p.m. Su optimismo y alegría nos animaron, cenando agradablemente en el restaurante del puerto, muy concurrido, coincidiendo con las fiestas del final del ramadán.
Lo más atractivo que encontramos en nuestra excursión terrestre fue el poblado turístico de Sidi Bou Said, de casas blancas y ventanas de color azul añil, y sobre todo el impresionante museo de mosaicos del “Bardo” de la época de la dominación romana, con una excelente presentación en un edificio moderno.
Las pocas playas que tocamos estaban sucias y las barcas a motor circulaban entre los nadadores sin ningún control, ellos con bañadores modernos y ellas bañándose con ropajes que les cubrían de pies a cabeza.
Nos despedimos de Túnez el 1 de agosto, poniendo rumbo a la isla italiana de Pantelleria, perteneciente a la circunscripción de Trapani, Sicilia.
A media tarde avistamos la isla. Es de origen volcánico y una reserva natural. Presidiéndola se alza una montaña de 836 metros (Montagna Grande), que pudimos reconocer fácilmente desde unas 25 millas de distancia. Existen numerosos cráteres volcánicos apagados, la tierra, negra es fértil y se encuentra cultivada en bancales, lo que le da una imagen de verdor muy agradable, diferente de otras islas del mediterráneo. Formando parte de este paisaje característico se pueden ver por las laderas de la montaña las típicas casas de la isla, de forma cúbica, cúpulas blancas y paredes de piedra negra volcánica, recordando la influencia africana.
Nos dirigimos al Porto di Pantellería, el más importante y prácticamente el único para albergar yates en tránsito, situado en la parte NW de la isla. Dentro del mismo existen dos posibilidades de atraque: Porto Vecchio, sin agua ni luz, y utilizando el ancla de fondeo pues no hay muertos. Estos inconvenientes son solucionados con muchísima imaginación por los locales que se agencian agua de alguna toma de riego del municipio. Porto Nuovo está mejor preparado, pero con el inconveniente de estar situado a 20 minutos andando del centro del pueblo. Nos decidimos por el primero y fue un acierto pleno, pues pudimos pasear, darnos un baño vespertino en la bocana y finalizar el día cenando unos riquísimos espaguetis en un restaurante lleno a rebosar. Da gusto llegar a estos lugares donde el turismo es tranquilo y se mezcla perfectamente con los locales. Las comidas típicas son de origen siciliano, pastas maravillosas y buen pescado. Los vinos blancos cultivados en la isla, dulces o espumosos son muy recomendables.
Como grata sorpresa señalar la agilidad de las gestiones (5 minutos que nos supieron a gloria, todavía dolidos por aquellas 5 horas de la Goulette…), así como descubrir que el muelle del puerto viejo recibía el nombre de nuestro ilustre compatriota San José María Escrivá de Balaguer.
Agosto 2. Navegamos por la parte oeste de la isla, constatando la belleza de la misma y la integración de las casas con el entorno, preciosas mansiones y lugar de refugio de famosos, hasta cala Nicà, de aguas limpias y cristalinas aunque bastante frías debido a las corrientes de agua dulce. Disfrutamos de unos maravillosos baños, aunque extrañados, pues nos habían recomendado esta cala por su «Aqua Calda». Salimos de dudas al encontrar en un pequeño entrante unos chorros de agua caliente (géiser submarinos) que contrastaban con la temperatura del resto. Allí se congregaban grupos de personas en agradable conversación mientras se daban un magnifico baño termal.
Nuestro siguiente destino, Malta a 94 millas de Pantellería
La república de Malta se compone principalmente de las islas Malta, Gozo, Comino y Cominotto. Están situadas aproximadamente a 60 millas al sur de Sicilia y a 220 al norte de Libia, en la mitad del canal que conecta el Mediterráneo occidental con el oriental. Este enclave estratégico entre África y Europa ha sido el motivo de que estas pequeñas y áridas islas hayan sido codiciadas por distintas civilizaciones a lo largo de los siglos.
Nos llamó poderosamente la atención, la existencia en lugares estratégicos y muy visibles de imágenes de vírgenes, santos y cruces colocadas sobre pedestales. En Malta siempre está presente la antigua administración de la isla por la Orden de Malta o de los Caballeros Hospitalarios de San Juan; la misma que también fundó el hospital e iglesia de San Juan del Hospital de Valencia. Esta orden recibió Malta en arriendo permanente del Rey Carlos I de España en el año 1530, estableciéndose la entrega de un halcón como pago de la renta anual.
Cuando nos acercamos a Gozo para conocer la cala Dwjera advertimos la presencia de una gran bandera española ondeando al viento. Posteriormente en la Valletta vimos más banderas españolas; al parecer las colocan en los lugares donde estaban ubicados los antiguos bastiones de Castilla y Aragón.
Entramos en el puerto de Mgarr, muy atractivo con una marina nueva y lo que parecía una ciudad antigua en lo alto. Para comer y darnos un baño y primer contacto con las islas maltesas elegimos la cala Blue Lagoon, situada entre Comino y Cominotto. Es espectacular con sus aguas intensamente azules, pero a partir de las doce, se pone impracticable por las docenas de golondrinas que desembarcan a cientos de turistas.
Nos enteramos que Angelina Jolie y Brad Pitt van a rodar una película allí este mes de octubre aprovechando las ventajosas condiciones fiscales.
Navegando por la parte norte de la isla nos llamó la atención que en el borde de los acantilados de 30 metros de altura se encontraban unos pescadores que bajaban sus nasas sujetas a largos cabos hasta el mar.
Decidimos pasar la noche en la cala Dwejra, circular y cerrada, de enorme belleza con sus acantilados de piedra iluminados por la luna, y tranquila como una piscina al acostarnos. Pero cual sería nuestra sorpresa al comprobar que el comentario de la Pilot sobre la cala, indicando que podía entrar mar de fondo durante la noche, era más que cierto, y comprendimos por qué solo pernoctaron dos barcos en una cala tan preciosa.
La tarde del 6 de agosto pusimos rumbo al puerto de la Valletta. Grandiosa, espectacular y monumental, la Valletta, capital de Malta, está adornada con bellos edificios y maravillosas iglesias barrocas que se disfrutan al entrar en la ría navegando, más aún si el sol poniente dora los macizos muros de piedra tosca de la inmensa fortaleza. Es una península fortificada que mira al Grand Harbour al sur y Marxamxett Harbour al norte. Banderas de grandes dimensiones ondeaban en todos los edificios públicos, destacando las españolas sobre las demás. Parece que el tiempo que pasaron estas islas bajo control de la Corona de Aragón dejó honda huella aquí.
Después de atracar en Msida Creek Marina, y de los trámites administrativos correspondientes, nos dirigimos a la zona amurallada de La Valletta. Cogimos el autobús muy cerca de la salida de nuestro pantalán, muy bien situado, pues todos los autobuses que pasaban subían al centro histórico, que es propiamente La Valletta. Es curioso que Malta mantiene muchas costumbres británicas, entre ellas conducir por la izquierda y unos horarios tempraneros… Nuestro autobús nos llevó a la fuente Tritón, a partir de la cual se entra en la fortaleza antigua atravesando un foso gigantesco. Caminando por zona peatonal llegamos a una plaza concurrida donde cenamos y festejamos animadamente el cumpleaños de Mabi, y brindamos por la continuidad de los cruceros.
Llenamos el depósito de gasoil y compramos hielo (que es casi misión imposible) en un barco estación de servicio flotante, situado en medio del puerto con acceso muy cómodo.
Dedicamos parte de la mañana a hacer turismo con el Jíbaro: recorrimos el Grand Harbour admirando los enormes yates atracados en la Marina de Camper and Nicholson. Vimos gran número de banderas en los distintos bastiones situados en la parte norte. Espectacular el inmenso puerto natural con innumerables edificios renacentistas y barrocos en los numerosos barrios que lo bordean. Se aprecia un gran esfuerzo de reconstrucción y rehabilitación del riquísimo patrimonio monumental de la ciudad.
Nos dirigimos a la bahía de Saint Paul al NE de la isla y al resguardo de unos islotes nos damos un baño en aguas claras y azules. San Pablo acompañado de San Lucas naufragó en estos parajes… Escollos no faltan, desde luego.
De nuevo vuelta a La Valletta, no sin antes visitar la parte oeste de Manoel Island, volviendo a admirar una preciosa marina con casas señoriales y ambiente distinguido. Barcos de vela y motor de todo tipo, bonitos veleros de regata y crucero que se encuentran atracados allí. Comentamos que es la primera vez que vemos un puerto deportivo tan amplio y con tantas marinas y atraques, sobre todo para megayates. Nos sorprendió desagradablemente la cantidad de grandes bloques de apartamentos en uno de los lados que cierran Manoel Island, perturbando la arquitectura monumental.
El 9 de agosto nos dejan Mabi y Tote. Compañeros fantásticos, siempre positivos, en todo momento colaboradores y disfrutando al máximo de estos viajes mediterráneos. Los vamos a echar de menos.
El resto de la tripulación emprendemos el viaje de regreso a Xàbia. Prisa ninguna, así que visitamos nuevamente varios puertos y ciudades de Sicilia. Nunca nos deja de sorprender las maravillas que encierra Sicilia; no nos cansamos de visitarla. Este verano alquilamos un coche y fuimos hasta Taormina, donde hay un esplendido teatro romano, subimos al Etna (donde nos quedamos helados), visitamos Catania y su monumental plaza central con sus edificios barrocos, nos perdimos por sus carreteras, nos bañamos en el mar a los pies de los templos de Selinunte, y quedamos extasiados por una noche de luna llenísima en el Valle de los Templos en Agrigento.
El 23 de agosto regresa el Jíbaro a Xàbia.