Este es el relato del triunfo en la categoría de Tripulación Completa del Ascaló, de Rafael García Bartual, y que nos remite uno de sus tripulantes, Alejandro Liniers (Bolche), en el trofeo de invierno del RCN de Gandia, celebrado este fin de semana.

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El viernes 12 de Febrero de 2.016, y todavía en el CN de Javea, analizábamos Tato y yo las opciones de qué velas llevar para el fin de semana. Había que subir el Ascaló a Gandía y participar el sábado 13 en la regata de invierno del RCNG. Recorrido: Gandía-Cullera-Javea-Gandía. Las razones eran que el parte para ese día, anunciaba vientos de poniente y NW de fuerza 6-7 y fuerte marejada.

Sesenta y tres millas de navegación en esas condiciones, merecían una cierta reflexión y pruebas a realizar al llevar el barco a Gandía durante 20 millas. Así pues barajamos, mayor de capa y tormentín, mayor de capa y foque, dos rizos en mayor, tres rizos, etc, etc. Llegaron Stephan y Luis y salimos con dos rizos y foque y 20-22 nudos entre un descuartelar y ceñida y con algo de marejada. El barco navegó bastante equilibrado aún a pesar de las rachas y roladas continuas, llegando a Gandía hacia las 7 de la tarde y ya con el viento subiendo hasta los 25 nudos.

Amaneció el sábado con Eolo “chillando” como un poseso y el comité organizador dudando entre aplazamiento y suspensión de regata. Finalmente se optó por salir y preparamos el Ascaló, con dos rizos y foque de trabajo. El primer tramo, salida, boya de desmarque y Cullera, ya se presentaba con 25 nudos establecidos y rachas de 30. Salida magnífica, en cabeza, para iniciar el tramo hasta la boya de desmarque, la cual pasamos en tercera posición (tiempo real). Desde allí, directos hacia la Penyeta en Cullera, pequeña roca a menos de doscientos metros de tierra que teníamos que dejar por babor y con sondas de 4-5 metros que no te permiten equivocaciones. En ese tramo, de unas 10 millas, las esloras grandes nos iban pasando, y siempre por sotavento, mientras manteníamos un rumbo casi directo, más próximos a la costa que el resto de la flota, ciñiendo a rabiar, aguantando las rachas y el mar de proa. Al llegar a la Penyeta el Barbablau, un 42 pies, tocaba con la quilla en el fondo y se retiraba. Nosotros soltando los rizos para virar y “bajar” con mayor entera y foque con el viento entre través y un largo. Viramos sin problemas manteniendo una generosa distancia a la Penyeta, mientras vimos al Kenoby, un 37 pies, que parecía tener algún tipo de problemas con la vela de proa. Media hora más tarde, ya frente a la playa de Gandía, el Kenoby acabó retirándose.

El siguiente tramo Cullera-Javea, nos obligaba a pasar por una “puerta” colocada casi en la bocana del puerto de Gandía. Pasamos por la “puerta” y pusimos el primer rizo y enrollamos medio foque ya que el viento estaba plantado en los 25-27 nudos, entre través y descuartelar y el Ascaló se lanzaba a 8-9-10…nudos levantando unos hermosos bigotes… (Licencia poética). El reglaje de los escoteros y velas era clave, y había que navegar con la escota y carro de mayor en la mano para aplacar a las rachas. En los breves descansos, cuando el viento bajaba a 22-23 nudos aprovechamos para ir comiendo algo ya que nos parecía que estábamos parados.

Al pasar el cabo San Antonio y entrar en la bahía de Javea para virar por babor una boya colocada a unos 500 metros de la costa y a mitad del primer montañar, vimos al TRABUCO (XP 44) y al GRANELL (First 40.7) “subiendo” hacia Gandía sufriendo el mistral en una durísima ceñida. Viramos la boya y nos fuimos directos hacia S. Antonio para salir pegados a tierra y colocando el segundo rizo y el foque al 50%, maniobra que realizamos a menos de 50 metros de la gran roca del cabo.
Eran las 19.15 h, y el SIESTA (sunlight 30) seguía relativamente cerca de nosotros desde la Penyeta hasta Javea durante 30 millas. Al asomar la nariz por el cabo, empezó la primera parte del baile, aún quedaba la pieza final… Una dura ceñida de 20 millas y tratando de no apartarnos mucho del destino, Gandía. El Ascaló con sus dos rizos, y medio foque, arrancó como un fórmula uno y 20 minutos después perdíamos de vista al SIESTA que quedaba por la popa, popa… aguantábamos muy bien hasta los 25-27 nudos, y por encima de esa intensidad el que aguantaba era Tato, bien orzando, bien largando todo lo largable…Stephan y Luis pasados por agua haciendo banda y yo al lado de Tato en el palco atento a todo lo que pudiera y no pudiera pasar. Conseguimos no irnos más de unas tres millas hacia sotavento ya que hubo ratos con el viento por debajo de los 14 nudos, roladas de más de 40 grados y con mucha mar de proa. Largamos el segundo rizo y el foque para tener más velocidad, pero a los 10 minutos volvía a subir el viento y nuevamente el segundo rizo. Así estuvimos hasta las 21.30 h aproximadamente ya teniendo la bocana del puerto a proa, cuando el viento arreció hasta los 30 nudos. A menos de 500 metros de la farola verde del puerto y viéndonos ya dentro, vino la primera bofetada, 32, 34, 36, ¡¡ 38 !! nudos y el Ascaló se fue de najas….orzada monumental y antes de pensar en nada más, Tato aulló: mayor abajo, bueno lo que quedaba de ella, la tripulación estuvo de matrícula de honor, pero nos quedamos a menos de 50 metros de la escollera con 35 nudos establecidos y solo con medio foque. Todavía no sé cómo, pero conseguimos hacer un par de bordos solo con el trapito de proa rozando la escollera, y a las 22.08 h cruzábamos la línea de llegada, momento en el que todos nuestros apéndices anatómicos volvían a la configuración inicial y el Ascaló nos devolvía a puerto salvos, medio sanos, y, en primera posición.
63 millas en menos de 10 horas, lo que da idea de cuanto tiempo estuvimos medio parados y cuanto a más de 9-10 nudos…Enhorabuena Ascaló!!

La última pieza del baile…
El domingo 14 y con Eolo todavía manifestando su carácter, salimos para Javea y, esta vez, ante la amenaza del mistral de fuerza 6-7 al final de la tarde, convencí a capitán y tripulación de salir con tres rizos y tormentín. (Aparejo llamado familiarmente “del jubilado”…) Configuración que no habíamos probado todavía y sobre todo obligados por el estado de pronóstico reservado del foque utilizado el día anterior. Salida plácida hacia las 14.00 h y “aburrida”. Viento de unos 18-20 nudos y el Ascaló navegando tranquilo y nosotros también…La intensidad fue subiendo poco a poco hasta los 25-27. Situación en la que ya los tres rizos y tormentín nos hacía estar más tranquilos y el barco navegando a más de 7 nudos.
Fue antes de pasar Denia, alrededor de las 17 h con bastante mar y el cielo muy encapotado, cuando empezó a llover. Gotas heladas, grandes, y bajada de temperatura de al menos cuatro o cinco grados. En menos de lo que se cuenta, las gotas pasaron de estado liquido a solido, y el color de transparente, a blanco. Se produjo un ametrallamiento con balas blancas de 12 mm Magnum que nos impedía tan siquiera girar la cabeza para no recibir los impactos. Una granizada asesina nos atacaba por la espalda. El viento se plantó en los 35 nudos y el Ascaló lanzado a 11,5 nudos recibiendo el viento a un largo.

De repente se hizo de noche, no se veía nada a 100 metros de distancia, las olas aumentaron medio metro de altura y el viento dijo: “a ver lo que aguantáis ¡!”. Es importante percibir lo que se siente a partir de los 35 nudos, ya que cada nudo de aumento se aprecia hasta en las partes más íntimas (y no hay que ser especialmente sensible)…36 nudos, carro a sotavento, 37 nudos, largando mayor, 38 nudos, largando más mayor, 39 nudos, ya no queda nada por largar, 40 nudos, 41 nudos y finalmente 42 nudos ¡!! , entonces fue cuando el Ascaló, cogido por una ola más alta de lo habitual y haciendo surf, se retiró a barlovento pegando la madre de todas las orzadas con su tercer rizo y un tormentín tamaño pañuelo de “mocos”. Tres metros de botavara sin vela metida en las olas, banda de estribor en el agua hasta el mástil, Stephan volando desde el palo hacia no sé donde, Luis y yo intentando gatear y Tato intentando salvar los muebles.
No podíamos hablar, era la naturaleza la que hablaba y no nos oíamos a más de un metro de distancia. El ruido del granizo sobre el barco, el aullido del viento, las olas machacando al Ascaló, escotas golpeando por todas partes, las velas gualdrapeando con una furia inusitada y, en menos de un minuto, conseguimos bajar lo que quedaba de mayor, recuperar la botavara de las profundidades, cazar el tormentín en una “encalmada” de 38 nudos y volver a rumbo con Tato a la caña y navegando con tormentín a más de 9 nudos…El resto de travesía hasta Javea, solo con el tormentín y con dos bordos complicados, fue duro y apasionante. El mar aumentó de manera significativa hasta la fuerte marejada, pero el barco se comportó de manera admirable y la entrada en “nuestra” bahía fue el momento más inolvidable de estos tres días.

No hemos roto nada, el barco no podía estar mejor preparado, la tripulación casi profesional, (ejem!!) y ya solo nos ha quedado navegar a palo seco para analizar el comportamiento del Ascaló. (Tal vez con 50 nudos de viento alcance nuevamente los 9 de velocidad) No quiero probarlo….

Pero lo que realmente tenemos que recordar, es que aún en condiciones duras, un barco de calidad, un aparejo adecuado a las condiciones que haya y decisiones rápidas y eficaces por parte del capitán, son las mejores armas para acercarnos a lo que más nos gusta: el mar. Aunque reconozco que tengo ganas de una navegación hacia las islas con 12 nudos de viento y 26 grados de temperatura…ya falta menos…

¡¡Gracias Ascaló!!

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